La realidad sobre la sexualidad en personas con Daño Cerebral Adquirido

Gran parte de la sexualidad en la actualidad sigue siendo un tema Tabú. Aunque, ya desde el S. XX, se comenzaron a popularizar ideas en la sociedad relacionadas con el concepto de sexualidad moderna, como las de Linto y Rousso (1998), quienes la describieron como “una dimensión fundamental en el ser humano de todo el ciclo vital, considerando que todos los individuos son sexuales en virtud de ser humanos “. Por lo tanto, la sexualidad es inherente a todas las personas.

Sin embargo, es posible que no esté del todo interiorizada la idea de que la sexualidad forma parte de nuestro ciclo vital, ya que, muchas personas por su condición física, mental o emocional son excluidas cuando se plantea el tema de la sexualidad, enfrentándose a un gran estigma social. Este estigma también queda reflejado en el ámbito de la investigación, ya que “La sexualidad de las personas con Daño Cerebral Adquirido (DCA) sigue siendo uno de los campos menos abordados“(Romo & Rubio, 2010).

El DCA afecta a las estructuras encefálicas en personas que, habiendo nacido sin ningún tipo de daño, posteriormente sufren lesiones cerebrales que conllevan a una afectación del funcionamiento cognitivo, conductual, emocional y/o físico. Estos cambios en las estructuras encefálicas pueden afectar al ámbito sexual.

Sánchez (2012) explicó los posibles efectos por los que las personas con TCE ven afectada su salud sexual, manifestando disminución del deseo, dificultad para alcanzar el orgasmo, dificultad para mantener la erección o problemas de eyaculación o lubrificación. También pueden existir consecuencias de manera indirecta debido a la medicación o reacciones patológicas o emocionales.

Pese al latente estigma social y los posibles efectos por los que las personas con DCA ven afectada su sexualidad, siguen percibiendo la sexualidad como parte integral en sus vidas, como muestra Rico (2019) en su investigación; “El abordaje de la sexualidad tras el alta de personas con Daño Cerebral Adquirido”. En este estudio se entrevistaron a 14 personas con DCA, los cuales identificaban la sexualidad como algo fundamental en sus vidas. Los participantes que asociaban la sexualidad al coito tenían más dificultades para integrar la sexualidad en sus vidas que los participantes que priorizaban caricias, besos, masturbación… Además, en las entrevistas analizadas, se manifestó por parte de los entrevistados la importancia de una educación sexual, haciendo hincapié en que, los miedos, preocupaciones y/o dudas, pueden llegar a condicionar el desarrollo de la sexualidad.

Daño Cerebral y sexualidad

Continuando con esta última opinión, en la que los participantes veían necesario una educación sexual, estudios como el Honrubia y Sánchez (2018) confirman esta idea. Ellas muestran que los programas educativos en sexualidad a personas con DCA son necesarios para informar y dotar de estrategias encaminadas a mantener y establecer una sexualidad saludable y satisfactoria.

Examinando varios estudios, se podría decir que mayoritariamente existe una correlación negativa entre una sexualidad satisfactoria y DCA. Ahora bien, ¿Qué entendemos realmente como sexualidad? Sáez (1995) reflejó las dimensiones fundamentales para que esté presente la sexualidad: la biológica (desde el nacimiento ya tenemos células diferenciadas sexualmente), la psicológica (cada persona tiene su propia vivencia de la sexualidad, orientación, identidad…) y la social (que, dependiendo de la época y la cultura, puede variar la educación sexual).

Podríamos decir entonces que el “problema” de las personas con diversidad funcional está en la tercera dimensión de la sexualidad: la sociedad.  Debido a que la educación la formamos entre todos y todas, no solo es “un problema” de las personas con diversidad funcional, sino de profesores/ras, psicólogos/as, padres, madres, hermanos/as, médicos/as, instituciones…

En nuestra sociedad actual siguen existiendo prejuicios que consideran que las personas con diversidad sexual son asexuales, que no sienten deseo, ni tienen necesidades ni intereses eróticos.  Si bien asociar discapacidad con asexualidad un error en sí, todas las personas con unas capacidades u otras que son variables en todos los casos, seguimos siendo seres sexuados.

 

 

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